CAYÓ EL MURO
Sentados
frente al televisor, una cena ligera con vino para él, cerveza para ella, hacía
casi 20 años que se conocían, ambos habían visto al otro inmerso en la
felicidad pero también sumido en la tristeza, en la desesperación, habían
vivido un amor intenso y ambos lo habían perdido, celebraron éxitos y sufrieron el abandono, tantas cosas
compartían que esa dulce sensación de comodidad cuando estaban juntos siempre
los acompañaba.
El
informativo abrió con un titular: “La RDA abre sus fronteras”, se miraron y se
besaron, no fue premeditado, ni un acceso de pasión momentánea, les pareció de
lo más natural explorar los labios y la lengua del otro, mezclando los sabores de vino y cerveza, como un tema
de conversación pendiente y fascinante que hasta ese momento no habían
abordado.
El sonreía y
la besaba al mismo tiempo, y así poco a poco el ímpetu de los abrazos se
transformo en pasión, la exaltación se iba apoderando de sus cuerpos, ella
desabrocho su camisa blanca para acariciar con sus labios su pecho, el apretó
su torso contra ella, se deleito con sus abrazos, ella le rodeo con sus piernas y así el se adentró en el paraíso -en la televisión se escuchaba ¡abrid! ¡abrid! ¡abrid! y al otro lado del muro coreaban ¡cruzad! ¡cruzad! ¡cruzad!- ellos repetían una y otra vez sus nombres hasta que el placer los invadió.
Lentamente
la respiración se normalizo, el mundo volvió a ser tangible, 9.30 de la mañana,
seguían frente al televisor, el presentador decía: “anoche el pueblo alemán fue
el más feliz del mundo, ha sido un día trascendental”
Ella sonrió,
sí que lo ha sido.
No canto aqui
ResponderEliminarno canto acolá
por todo o lado
pode haver gente
e felicidade.