¿LA SUERTE ESTÁ ECHADA?
Cuando algo falla, es fácil decir que
la mala suerte nos acechaba con tanta saña que nos alcanzó. Cuantas veces,
demasiadas, ponemos como excusa a la mala suerte ante las frustraciones tan cotidianas
y no tan cotidianas de la vida. Esta vida que en ocasiones muestra una cara
bondadosa y en otras obstinada en la crueldad, como si el destino quisiera
modelarnos a golpes y caricias a partes iguales.
La suerte existe, la buena y la mala,
pero no eludamos nuestra responsabilidad, esa que en un minuto o quizás en
menos, en tan solo un segundo en el que decidimos ¿izquierda o derecha? ¿llamo
ahora o lo dejo para otro día?...
Y muy a nuestro pesar tenemos que
reconocer que a veces somos conscientes de que hacemos las cosas mal, ya estará
el azar ahí para que cargue con las culpas.
A veces con torpeza, otras inocentes,
otras cobardes, “rizamos el rizo”, complicamos las cosas sencillas añadiendo
nuestros propios golpes a los golpes que ya de por sí nos da la vida, y así
poder quejarnos de nuestra mala suerte, de que todo me sale mal, me levante con
el pie izquierdo, o mejor aún no debería de haberme levantado, si es que unos
nacen con estrella y otros estrellados, cuando la cruda verdad es que la mayoría
de las veces nos estrellamos solos, cuesta abajo y sin frenos; nos sentamos a
esperar que baje o alguien nos baje la tan ansiada estrella, en lugar de
intentar alcanzarla, esperamos, quizás porque intentarlo requiere mucho esfuerzo, atravesar gélidos océanos
y calurosos desiertos, y en mitad del camino aparece ¿la mala suerte? No, el
miedo al fracaso, ese es el que nos hace desistir antes de vislumbrar el oasis,
las dificultades imponen su poder a la voluntad.
Ahora dadle la vuelta a este post,
buscad todos los antónimos, todos los opuestos, desterrad el “pobre de mí” y
encontrareis el primer escalón de la buena suerte, ahí tenéis el primer paso
para alcanzar vuestra estrella.
“Soy gran creyente en la suerte, y he
descubierto que mientras más duro trabajo, más suerte tengo” (Stephen Leacock)
Antónimo..... esa es la cuestión... Besos!!! (pero solo cuando nos va mal :) )
ResponderEliminarGracias por tus comentarios. Besos¡¡¡
EliminarHola Ana, es la primera vez que vengo a tu blog y me encontrado con esta interesante reflexión. Me ha gustado mucho tu narrativa introspectiva y lo bien que manejas la prosa, vas directo al núcleo del asunto, y además es agradable leerte, haces que sea sencillo seguir el hilo de los argumentos. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarAriel
Muchas Gracias, y espero que no sea la única, quiero verte de vez en cuando por aquí.
EliminarUn abrazo.
Hola Ana querida: me recordaste que en el colegio decíamos "Me puso un dos" cuando nos aplazaban pero... el discurso era muy distinto cuando aprobábamos porque entonces decíamos: "¡me saqué un diez!" (Qué tramposos suele ser el humano)
ResponderEliminarOtro brillante post el que le dedicas a la "suerte".
Muchos besos.
Otro brillante post el dedicado a
Como siempre un placer tus comentarios. Un abrazo enorme.
EliminarUn buen texto como todos los que escribes. Un abrazo
ResponderEliminarTodos no...pero muchas gracias. Besos.
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