RECOJO MI DESORDEN
Coqueteando
con la cerveza, con una opresión extraña que al arreglarme esta mañana no se
reflejaba en el espejo, ni nadie me ha dicho hazte así se te ha quedado un poco
de alteración, inapreciable pero que modifica sutilmente el transcurso del día.
Un trago largo mientras me
asalta la inquietante certeza de que nunca más seré capaz de amar de ese modo,
otro trago me recuerda ese mirar de
reojo de unos ojos verdes, demasiado verdes,
unas manos fuertes metidas en los bolsillos de los desgastados vaqueros
con los pulgares fuera, la forma de acariciar el borde de la copa de vino
blanco mientras tratas de encontrar las palabras adecuadas, tu sonrisa Duchenne…,
todo lo que antes era un conjunto se va convirtiendo en retazos aislados.
Parece que las cosas
perfectas acaban demasiado pronto, o puede ser que las creamos perfectas porque
acabaron en el momento preciso.
Hay personas
que no pueden vivir sin rutinas, no pertenezco a ese grupo, tampoco soy de las
que lo deja todo, puedo dejar las cosas materiales, pero no los sueños, aprendí
que cuando estas segura de saber lo que te espera, de repente se desvía el
rumbo y acabas en un destino que no sabias que estaba allí, y la sonrisa
vuelve como si no hubiese ninguna preocupación en el mundo.
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