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Mostrando entradas de febrero, 2020

HILVANANDO

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Temprano, demasiado, después de un par de cafés bien calientes con los que cualquier ser humano se quemaría la lengua, con la mochila cargada, portátil, un libro, un cuaderno, útiles de maquillaje, bocadillo, pinturas… demasiado peso, demasiado sueño, demasiados sueños,   sube a la bicicleta que pedaleo tras pedaleo, soplo tras soplo de aire fresco la va introduciendo en el mundo real, cruzándose con caras conocidas que entrecruzan una sonrisa, otras desconocidas, distintas muecas que dejan entrever unas el fastidio y otras el deleite de empezar el día, sombras que parecen dirigirse a un destino infausto, otras afortunadas a sabiendas que el viento sopla a su favor e izan las velas para dejarse llevar.  Cargada de resguardos, porque la vida tiene su burocracia, unos en forma de cicatriz por esos momentos desastrosos, otros en forma de arruga por los momentos felices, una melena plateada por las preocupaciones. Rumiando verdades, que la verdad nos ilumina dicen, no siempre,

FUIMOS PUEBLO

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Atrás quedaron los años en los que los pueblos rezumaban vida, junto con los babis blancos del colegio sobre uniformes de basta tela de cuadros, los acordes de   tengo   el corazón contento, Tengo tu amor, La vida sigue igual, Hey Jude, Mrs. Robinson …y cantando te despedías del monótono atuendo al llegar al Instituto dando paso a los vaqueros y la moda del momento, la que te permitían los recursos y la escasa oferta que llegaba del exterior, menos mal que por aquel entonces contábamos con las modistas que copiaban o casi los patrones del Burda. Leíamos tebeos como Esther y su mundo o El Jabato que intentaba competir con el Capitán Trueno, los libros de Los Cinco y veíamos en blanco y negro a Locomotoro, mas tarde el color nos trajo La Casa de la pradera y se nos murió Chanquete. Entre comics y series salíamos a la calle a jugar al tejo, al pilla pilla o saltar a la comba, y cuando al fin nos despedimos del uniforme empezamos a creernos muy mayores, sustituimos los jue

CITRICOS AL CAMINAR

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http://hilvanandomomentos.blogspot.com/2015/10/no-hay-edad-para-compartir-palomitas.html Solo quedan las ganas de llorar, como dice la canción, ¿Cómo no se pierde la fe? Porque créeme, no quiero perderla, pero siento que en el momento menos esperado me fallaran las fuerzas, mis piernas se doblaran como gelatina y caeré ¿podré levantarme? No es una opción, es una obligación, no por mí, por ella, por ella me aguanto las ganas de llorar, mientras mi alma se ahoga en lágrimas. Tengo que creer, que todo volverá a su sitio, la sonrisa a su boca, el brillo a sus ojos, las manos aletearan al sonido de la música y la alegría volverá a inundar la casa, y que la casa se quedara una vez más vacía, eso sería una bendición porque significaría que el fantasma que la habita ha desaparecido para dejarla de nuevo volar, surcar los cielos. ¿Daria mi vida si a cambio ella recuperara la suya? Si, rotundamente sí. Ahora mientras duerme me puedo permitir un momento de flaqueza, mañana tendré