GUIÑÉ LOS OJOS PARA APUNTAR MEJOR
Llorando, abrazada a mí, era lo mejor que me había pasado
durante todo el día, se desmoronó, se permitió ser débil para variar, se
sinceró…
“Siempre fui competitiva, en el colegio, en el instituto, en
la universidad, siempre queriendo ser la mejor, siempre subiendo peldaños,
sin mirar a quien humillaba, a quien pisoteaba, no importaba, siempre tenía
alguna justificación, me hice de un nombre, de una fama, alcancé el éxito, y
cualquier cosa que hiciera seguiría el mismo camino, el éxito trae el éxito.
Hubo críticas, entrevistas, fiestas, era rica, arrogante y famosa…no fui una
mujer agradable.
Mi chico trabajó duro para mantenernos a los dos mientras
que yo estudiaba, y cuando me gradué me obsesioné con mi trabajo, olvidándome poco a poco de él, así se lo agradecí, cuando
se marchó, hasta me sorprendí, así de
imbécil era yo, y no solo lo fui con él, amigos, familia... a todos los trataba igual como simples admiradores sin
considerar los lazos que nos unían.
Nací en un pueblo pequeño, en el seno de una familia
trabajadora y humilde ¡que orgullosos estaban de mi¡ Cuando iba a verlos, no más de unos
cuantos días un par de veces al año, me trataban como a una princesa, ellos lo
aceptaban todo, todas mis excusas, no podían imaginar que simplemente trataba de alejarme de lo que
su mundo representaba. Mamá una mujer valiente, papá un hombre bueno, generoso,
nunca pude pensar en él como una persona enferma, cuando me lo comunicaron,
después de varios mensajes a mi secretaria, antes de que yo me decidiera a
llamarlos, a visitarlos. Ni que decir tiene que dije y ofrecí todo lo adecuado, los mejores
médicos, los mejores hospitales, a lo que él se negó, prefirió pasar sus
últimos días junto a su familia, con su médico de siempre, en su pueblo y yo volví
a mi vida arrogante convencida de haber hecho cuanto estaba en mis manos,
excepto estar a su lado, me alejé, yo me recuperé, él no. Cuando se despidió de
este mundo yo estaba lejos, en otro país, en mas fiestas, mi madre y hermanos no me localizaban y siguieron
adelante con su funeral y su pena.
Traté de negar el dolor y la culpa, pero estos al final me
invadieron, se apoderaron de mi mente y tomaron como rehén a mi corazón, estaba
destrozada y nadie me ofreció consuelo, no les culpo, yo era una mala amiga,
una mala hija, una mala persona.
Sola en esa casa que en días anteriores me parecía tan
lujosa, y ahora tan vacía, me faltaban todas las personas con las
que quería y no podía estar, las alejé, las fui perdiendo, por ser tan
soberbia, engreída, ruin….”
Dejó de hablar, me miró con lágrimas asomando a esos ojos que
me desafiaban a decirle que era un ser despreciable, pero yo no podía decirle
eso, no conocía a la mujer que años antes había hecho todo eso, la que yo
conocía, la que tenia entre mis brazos era toda dulzura, amable hasta la
exageración.
“Algunas personas sólo guiñan los ojos para poder apuntar mejor" (B. Wilder)
“La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado
parece grande pero no está sano.”
SAN AGUSTÍN
SAN AGUSTÍN
Excelente texto, de un mensaje muy profundo, el cual vive mucha gente, olvidando lo mas importante vivir para los demás también, entre ellos y sobre todo la familia y amigos de verdad cultivar esa semilla que luego dará frutos tan importantes para apoyarnos mutuamente, pensando que todos en esta vida nos necesitamos el hombre no ha nacido para vivir como ermitaño ni encerrado en una torre de marfil, porque es solo vivir una fantasía, que luego se desbarata quedándose huérfanos. En esta vida lo que se siembre luego se cosecha, eso nunca olvidarse y creerse lo máximo es una utopía propia de la gente que no maduró aún emocionalmente.
ResponderEliminarGracias. Excelente comentario¡
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho el relato, sobre todo la sensibilidad con la que vas dibujando el alma de tu protagonista. Tal vez en otro tiempo fue una fémina de hielo, o con una coraza de hierro... pero si hay una certeza en esta vida es que todas las corazas pueden resquebrajarse hasta desaparecer, y en cuanto más arriba se llegue, más larga será la caída. Pero todos aprendemos de nuestros errores, por mucho que nos duelan; y siempre llega un día en el que somos capaces de mirarlos a la cara y sonreír, viendo que el pasado ha sido un maestro pasajero, que nos revela lo que realmente importa, el presente, algo que nos hará dibujar un futuro brillante para el mañana ; )
ResponderEliminarGracias Ramón, lo importante es aprender de los errores, mi protagonista se dio cuenta a tiempo...
EliminarUn abrazo.
Un relato muy bueno, un caso que se repite mucho en este mundo. Cuando la familia es lo más importante una se aleja para conseguir sus logros. Es mejor compartir con la familia y procurar estar cerca. Hoy en día los que triunfan se aleja hasta del país. Un abrazo
ResponderEliminarQue la ambición no nos ciegue.
EliminarGracias por tus comentarios. Un abrazo.
Una situación extrema que esconde un dilema al que tarde o temprano todos tenemos que resolver: Salir del nido. Llega un momento en el que se debe volar, buscar tu sentido, tu papel en el mundo. En esa búsqueda es posible que entre en conflicto con el contacto familiar, y debas elegir. Creo que es un tema apasionante y motor de muchos conflictos narrativos. Buen texto!
ResponderEliminarGracias David por pasearte por mi rinconcito. Un abrazo.
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