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Mostrando entradas de julio, 2019

COMER, AMAR, ¿REZAR?

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Sentada en la orilla, libro en mano, abstraída en la lectura perdí la noción del tiempo, alzo la vista que tropieza con el horizonte y el sol que está a punto de alcanzarlo, no quedamos muchos, la mayoría plegaron sombrillas y sillas hace rato, solo los más rezagados, los que esperamos la despedida del sol tras el horizonte, una hora perfecta, no hay nada, el océano me recuerda lo esencial, intenta devolverme a mis orígenes, a lo que de verdad importa y que a menudo se evapora entre quehaceres y rutinas. Una pausa ¡bendita pausa! de dos meses, quizás tres, entre cambio y cambio para volver a la vida que tenía, siempre con alguna modificación ¿apuesto o paso? No soy muy de pasar. Este regalo que me presta la vida tras largos meses en los que me deje siete kilos por el camino, sin dietas, sin proponérmelo, a base de madrugones, de estudio, trabajos y trabajo, al final solo deseaba esto, ni siquiera los primeros días festeje mi éxito, la meta alcanzada, solo esto, dejar d

26 de julio... Amiga del corazón

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26 de Julio Amiga del corazón... Así empezaba la canción de Patxi Andión, que por aquel entonces me gustaba, mi mente, en aquel tiempo no tenía demasiadas nociones de la realidad que nos envolvía, pero yo visualizaba toda la historia… “asfixiado por el polvo y el silencio,   que se asoman poco a poco a mi pasado y a esta celda” Y yo le veía a él, hombre de facciones duras y ojos tristes, que en días anteriores tenían brillo, ese que te da la ilusión, la esperanza de que un mundo mejor es posible,   con la fuerza que da la juventud y más si va de la mano de ese gran amor,   ese que te hace que te levantes cada día con una sonrisa, el que dispersa todas las miserias, todos los miedos… “me han traído tu carta, compañera, asfixiante, trabajosa, amargamente sincera” Su vida truncada, su amor perdido, abatido por la intolerancia, la injustica, la sin razón, y yo culpaba, sí, juzgaba y culpaba a la sociedad, a ella… “no te culpo compañera, no tengo ya con qué” ¿

LOS OJOS QUE TE ESCUCHAN

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No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices.   (Mario Benedetti) El dolor que te puede causar los golpes de la vida, porque la vida es muy puta a veces, se queda incrustado en el alma, pero el cuerpo también lo acusa, cambia, se encoge intentando encajar ese puñetazo seco, unos minutos que pueden ser horas o años paralizado en la misma postura con las manos tapándose los ojos para no ver o no ser vistos, hasta que se acomoda y empieza a erguirse, instinto de supervivencia, y aparecen las huellas aquí una arruga de sufrimiento, aquí una arruga de alegría, aquí otra de asombro, aquí otra de… y otra más. Todo eso vi en su mirada, las miradas hablan, solo necesitan otros ojos que sepan escuchar, hay miradas que quieren decir más pero no le salen las palabras, brillan un instante y ese brillo se desvanece, nadie lo percibió solo unos   ojos atentos gritándole ¡no te apagues! Miradas amargas de esas que contradicen las palabras de perdón que pronu