EL COLOR DE LA NOSTALGIA EN OTOÑO
(Actualizada del 8_10_2015)
Esta estación
que empieza lanzándole un melancólico adiós a los largos días del verano,
telonera del sombrío invierno que aguarda su turno agazapado en las últimas y
escasas hojas del árbol.
¿Sabéis que
en el interior de cada una de esas hojas caídas bulle una actividad frenética?
La clorofila y otros equipos moleculares necesarios para la fotosíntesis son
cuidadosamente desguazados, mientras los nutrientes que contiene se envían al
tejido del árbol que los necesitara para florecer en la próxima primavera.
Hagamos como
ellos, una estación para reconstruirnos, aliviarnos de lo caduco y podrido para
salir fortalecidos.
Dicen que aumenta
la melatonina que nos lleva al sueño, al desánimo y al hambre. Disminuye la
serotonina abocándonos a la tristeza. Pero esto son solo rumores, quizás nos
gusta dramatizar.
Un poco de melancolía,
de sensibilidad a flor de piel tampoco puede ser perjudicial, al contrario, el
otoño está para eso, para poner equilibrio entre el verano y el
invierno, entre el jolgorio y la calma.
Hay días, en
los que quisiera dominar el arte de la pintura, y poder captar la belleza que
en un instante te envuelve, captar sus colores, el leve balanceo de las hojas
al desprenderse del árbol, el tibio sol al caer la tarde, el brillo de una mirada,
el olor a madera de una cabaña y el repiquetear de las llamas en la chimenea,
el aire empapándose de palabras, besos, juegos y risas, las huellas que dejamos
en la tierra húmeda, el intenso aroma del café que anima la conversación en las
tardes frías…
Para muchos
la estación en que la nostalgia lo envuelve todo, pero no de color gris, sino
con la belleza que le dan todos los colores ocres y brillantes del otoño, esa
nostalgia anhelada que da paso a sonrisas y alegrías, el campo amanece
perezosamente, mientras yo imagino que la ciudad ya se ha puesto en movimiento,
con las farolas a punto de apagarse para dar paso a unos tibios rayos de sol
que poco a poco se abrirán paso entre las nubes, días en los que los paraguas
harán del paisaje urbano un lienzo de Renoir.
Tantas las
cosas que lo llenan, que son innumerables, y aunque lo fueran yo no podría
describirlas ni detallarlas porque tampoco domino el arte de la escritura.
“El otoño
es un andante melancólico y gracioso que prepara admirablemente el solemne
adagio del invierno.” (G. Sand)
Muy acertado punto de vista. La naturaleza no comete errores, y el truco está en aprender de sus ciclos, justamente. De que aunque hablemos en términos de "positivo" y "negativo", o de "femenino" y "masculino", sólo estamos hablando, en última instancia, de fuerzas, de tipos de energía en movimiento.
ResponderEliminarQuizá el otoño venga bien para desprenderse, como un árbol de sus hojas viejas, de todo aquello que ya no precisamos para seguir evolucionando.
He pasado un buen rato de lectura.
Gracias y un abrazo.
Preciosa prosa al otoño.
ResponderEliminarSaludos.