A LA SOMBRA DE LA HIGUERA
Aterrice aquí sin pensarlo, no fue premeditado, algo
provisional, solo vine para verano, un verano que se alargo, en septiembre me
voy, luego lo deje para octubre…
¿Deje la ciudad por el campo? No, rotundamente no, porque yo
no vivo de esto, mi trabajo sigue en la ciudad. Vivir en el campo es fácil y
bonito a veces, otras no tanto, porque aquí hay mosquitos y moscas, ratas y
hormigas, no hay vecinos con los que cotillear, el silencio que tanto adoro
puede molestar hasta a las lagartijas
tomando el sol. En invierno la humedad acecha, claro que esta la chimenea
acogedora y preciosa pero la leña hay que transportarla, por suerte no la tengo
que cortar, el huerto muy bonito, cierto, pero necesita unos cuidados mínimos,
que se ven recompensados con creces cuando recoges las verduras. Las gallinas
que no dan mucho trabajo, pero ahí están, echarles de comer, limpiar los
bebederos y barrerles de vez en cuando su dormitorio.


El jardín en primavera
precioso, en verano un montón de moras por barrer y en otoño las hojas que con
lentitud caen de los muchos árboles. Los peces en la alberca…así que desde que
te levantas cuando canta el gallo, es un no parar, eso sí, puedo salir en
bragas y camiseta, café en mano para saludar al día y a mi perro, demorarme
minutos y minutos viendo los arboles del jardín, desayunando, viendo amanecer y
escuchando las centenas de pájaros que se atiborran de mis higos, nísperos, granadas,
moras, cerezas…
y sentarme a leer a la sombra de la higuera dándome un chapuzón
en la piscina, coger la bicicleta subir al pueblo por el pan y alguna que otra
cosa, noches de barbacoa y chupitos con la música y risas a todo volumen, no
hay vecinos a los que molestar… y así transcurren los días que por suerte son
muchos en los que no tengo que ir a la ciudad a trabajar, pero amo mi trabajo,
no concibo mi vida sin él.
Vivo en el campo a cinco minutos en bicicleta de un pueblo,
a unos 50 Km de la ciudad, ciudad que también amo, ahora más que antes porque
no vivo en ella.
Un día soñé con una casita con chimenea en mitad de la nada.
Quizás sea eso la felicidad, lo más importante.
“Desde los etruscos, los toscanos han tratado el paisaje con
respeto y han construido pueblos y aldeas en lo alto de las montañas, allí han
perfeccionado una cultura de simplicidad, belleza, amistad y buen comer”
“No recuerdo a una toscana viendo la tele. Siempre están ocupadas
sacando partido al tiempo”
(F. Matè)
Gusanos de seda.
ResponderEliminarEl palacio de la luna se pierde al final de un camino largo
Dos moredas, un perro dorado casi albino guarda el campo
El vestido de encaje
Ágil la figura blanca… sonidos, jaleos…
…no consigo mi vida escucharte
Él corazón late, bombardea, se para, late y late…
El camino que pasa por aquí, llega hasta tu casa querida
…Siempre más tarde.
Maravilloso poder elegir y vivir donde quieres. Bonitas fotos y buenos atardeceres.
ResponderEliminarUn abrazo
Ocurre a veces que las cosas que suceden accidentalmente resultan maravillosas. Un abrazo.
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