VÉRTIGO




Cenamos en Nina, fue una agradable y tranquila velada con buen vino, platos de pasta y variedad de quesos, la conversación relajada y yo visiblemente emocionada, como en una primera cita, el inicio de algo en lo que no sabes exactamente lo que va a suceder, satisfecha de como trascurrió el día, como iba el verano y la vida en general.


Dentro de unos días cumpliré años y toda esa vida que tenías por delante de la que tanto se alardea en la juventud (eres joven e inmortal),  empieza a formar parte del pasado y tomo conciencia de que tendré que priorizar. Por un momento sentí ¿miedo? No, solo vértigo, mientras alzaba mi copa de vino vislumbré esa “senda que nunca se ha de volver a pisar” el camino ya hecho, y brinde por la nueva senda que como incasables caminantes dejarán nuestras huellas al pasar, seguirá habiendo cosas positivas y negativas (al no ser una cínica las segundas pesarán poco), me rodearan amigos y muchos adversarios intentando tantear cual es mi limite, revoloteando a un lado y otro, entrometiéndose, entonces unas veces tendré que actuar con mano dura para hacerles frente, y otras decidir quién es digno de ignorar y con quien es mejor ser políticamente correcta.

Siguen los días al sol, los atardeceres de brisa salina, de frituras de pescado y el futuro bien aparcado. Pido otro gin tonic, da igual si mañana me levanto hecha un asco, ni siquiera tengo la obligación de sentirme bien todo el tiempo.


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