OTRO SEPTIEMBRE, OTRO LUGAR

 


¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo? (Vincent Van Gogh)




He despertado antes de lo previsto, me adelante al despertador ¿un paseo? Amenaza lluvia, aunque de momento solo es llovizna, un café, subo a la terraza y miro al cielo, su color es gris, dirijo la vista al océano que esta rugiendo, ruge desde ayer, aunque los lugareños dicen que eso no es nada, que es un simple murmullo que ya comprobare lo que es realmente bufar… ¡uf!

Finalmente me decido por el paseo, Greta esta nerviosa no entiende porque no hemos bajado a la playa, ella a jugar con sus nuevos amigos perrunos a los que intenta quitar la pelota, la suya no le atrae y yo a charlar un rato también con los nuevos amigos, volver a casa con las energías renovadas, hacer una parada en el chiringuito de turno para tomar un segundo café, pronto cerrara, cerraran todos, solo queda uno abierto, el estanco y el supermercado del camping, el bullicio del verano se va desvaneciendo.

Sigue sin llover y el cielo gris y el océano bramando, me decido a coger el coche para ir al mercado de la ciudad, veinte minutos en coche y una carretera del demonio a la que ya casi me he acostumbrado, vistas impresionantes, eso sí, fruta, flores y atún de la almadraba, soy vegetariana pero he tenido que hacer una excepción… que soy muy simple (ya lo dije en otro septiembre allá por el 2015 si la memoria no me falla) lo sé, sigo pensando que lo sencillo te hace grande, soy consciente de que la vida no es perfecta, la gente no es perfecta, yo no soy perfecta, nos asaltan dudas, tenemos contrastes como el cielo del azul al gris, la vida contratiempos y el destino nos tiene preparada alguna que otra broma pesada, y esto en cualquier lugar, entre olivos o en el océano, da igual donde estemos no hay arco iris sin lluvia.

Como ya dije también en otro septiembre allá por el 2015, este mes marca un principio y un final, para mi como para muchos otros ahora empieza un nuevo año, nuevo curso, nuevos propósitos, nuevos retos, y a este, nuevas nostalgias compensadas con muchas ilusiones, con mucho que descubrir y aprender.

Antes, en otros septiembres necesitaba unos días para acostumbrarme a los anocheceres tempranos y a los amaneceres destemplados, a estirar las horas para que quepa tanto quehacer y anhelar el escueto fin de semana, a abandonar la ligereza de las ropas livianas y la desnudez de las piernas, ahora tendré que añadir a esta lista unas cuantas cosas más, pero de momento no quiero pensar en ellas, ya se encargara el otoño de traer un nuevo color.

Mi estación favorita  queda atrás y este verano más especial que ningún otro, me ha hecho sentir dueña del sol y del tiempo, aun estoy digiriendo todo lo acontecido en estos dos anteriores meses, pero contradiciendo el poema de Gil de Biedma envejecer y morir no es el argumento de mis días, sé que el olvido al contrario de la muerte, no se lo lleva todo, solo se lleva la parte mala, los malos momentos, los malos gestos, las malas palabras, y te deja lo mejor, y lo mejor a veces te hace sonreír y a veces duele.

Emulando a José Saramago aspiro a que los años vividos me anclen en la calma de mirar las cosas y en el espíritu el interés de seguir creciendo, vivir libre y alejar los miedos con la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.




“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un solo día en el que no estemos, al menos un instante, en el paraíso” (Jorge Luis Borges)



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