SEGUNDA JUVENTUD

 

“Quería un final perfecto. Ahora he aprendido, de la manera más difícil, que algunos poemas no riman, y algunas historias no tienen claro el principio, ni el medio, ni el final. En la vida nunca se sabe qué pasará, siempre habrá cambios, así que en cada momento, debemos hacer lo mejor que podamos, sin saber lo que va a ocurrir a continuación.” (G. Radner)



Casi todos hemos fantaseado alguna vez con un cambio radical, cuando tomamos consciencia de que el tiempo vuela y adquiere vital importancia dotar de calidad de vida a cada minuto que resta. O aguantar o tomar las riendas y asumir el riesgo, que en este cambio no había posibilidad de marcha atrás, muy claro lo que quería y mas claro aun lo que había agotado ya.

¿es posible mejorar sin arriesgar? Perder el miedo a esa seguridad que se había convertido en una jaula, ¡con puertas abiertas! Y volé.

Hace un año ya, he olvidado los nervios que por aquel entonces tenía, y estoy feliz en este lugar, los lugares son como las familias esta el que te toca y el que eliges, en todos mientras los habite los considere los adecuados, pero ¿Por qué ese deseo irrefrenable de escapar? Porque había una pequeña parte incomoda como una piedrecita minúscula en el zapato.

A pesar de trabajar (cuatro días, pero intensos) siento que estoy instalada en unas eternas vacaciones.

Deje de distinguir estaciones, aquí las resumo en dos: una tranquila, desde el 12 de octubre hasta la primera semana de abril, con los pocos que vivimos aquí todo el año, la playa desierta protegida por ese techo infinito que llamamos firmamento, poco ocio, comercio inexistentes y bares cerrados; y otra simétrica que empieza progresivamente a despertar, abril anuncia la actividad que se avecina, con sus obras de acondicionamiento de chiringuitos, restaurantes, pizzerías, algunos empiezan a abrir de viernes a domingos solo y nos devuelven la soledad deseada el lunes, en mayo va creciendo el bullicio y en junio bajas a la playa y te asombra verla salpicada de sombrillas, música en los chiringuitos, Julio empieza a ser una locura y ahora entiendo porque en Agosto los de todo el año intentan escapar de vacaciones a otros lugares, septiembre se va pareciendo a junio y el 12 de octubre vuelve el ansiado “vacío” que volverá a molestar en marzo (de ahí su simetría)

Mi equilibrio – salud, mente, espíritu, alma- estaba aquí esperándome, haciendo castillos en la arena, al verme me grito ¡estabas tardando!

Aquí he comprendido, tarde quizás, que la felicidad no estaba en aquellos escenarios que cree en la adolescencia para interpretar la obra que pensé debía ser la vida, interpretación que se la estaba llevando a dentelladas.


Ha sido entre estas paredes despojadas de recuerdos, entre estos carriles polvorientos, entre el verde de la Breña y el Azul del Atlántico donde empieza otra etapa, en este pequeño paraíso que por carecer carece hasta de complicaciones, y aunque cueste reconocerlo la última, en la que enfrento los años con serenidad a pesar de las muchas batallas perdidas y conversaciones pendientes, confieso que fui torpe en vivir, lo correcto, lo normal, lo discreto, las opiniones que no pedí quedaron en el ayer, ya pasado, que atravesé para llegar a este presente.

Ahora que la vida tiene otro ritmo, el que me hizo detenerme para dejar de resoplar, abrir las ventanas para respirar el aire rico en yodo que dicen tan saludable me hace ignorar las nostalgias y me devuelve la sonrisa. Andar descalza la mayor parte del tiempo sin controlar las piedras de la vida, paseando por los alrededores, ahora entre pinos y retintas con Greta olfateando entre matorrales en busca de algún conejo, ahora con los pies bañados por las olas y Greta marisqueando.

Quería días al sol paseando con Greta, saludando a los vecinos, conversando en la orilla, en el bar y aquí los tengo.

Quería amaneceres y atardeceres salpicados de todos los naranjas, dorados, rosas, violetas y aquí los tengo.

Quería desayunos a la orilla del mar, noches largas, “rutinas felices”

Quería cambiar el estrés por salud y aquí hice el trueque

Quería poder bañarme en agua salada cada vez que me apeteciera y el océano está a minutos.

Quería parajes diferentes y maravillosos y los fines de semana se presentan distintos.

Quería un no me cuentes que ya no quiero saber, tarde para todo incluso para el arrepentimiento.

El tiempo, aunque no siempre pone las cosas en su sitio, yo que no soy cosa, estoy en mi sitio. El tiempo no nos engañemos no lo cura todo, la cura está en otras miradas.

Y así, entre clases, paseos, escapadas, nadando, lecturas, punto, macramé, escribiendo, tertulias, empezó la vida inesperada.

 


   «Toda vida humana tiene sus estaciones, y no hay caos interior que dure indefinidamente. El invierno no dura siempre. También existen el verano y la primavera, y aunque a veces, cuando las ramas siguen oscuras y la tierra se resquebraja con el hielo, llega uno a pensar que nunca van a llegar, esa primavera y ese verano llegan, llegan siempre». Truman Capote

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