Distintas tonalidades
No es lo mismo estar solo que sentirse solo, no es lo mismo
vivir solo que ser solitario, son muchas las tonalidades que van, desde elegir
la situación a que sea impuesta, de que sea esporádica a permanente, de que sea
superficial a profunda.
Soledad que siente el emigrante al desconocer la lengua y
las costumbres de la tierra que en un principio puede resultar inhóspita, como
la angustia de quien se debate entre dos culturas que refleja Hermann Hesse en
el Lobo Estepario, o los rápidos y apresurados exilios de Steinbeck en Las uvas
de la ira.
A veces angustiosa, ante la imposibilidad de comunicación
como refleja Dante en la Divina comedia, al describir el noveno circulo del
infierno, donde los desdichados enterrados en hielo están condenados a su
eterna soledad, sin poder establecer contacto con nadie, porque sus helados
ataúdes se lo impiden.
Personas solas, las que pertenecen a esta categoría, normalmente
es porque no se resignan, viven en pareja mientras dura el amor, mientras se
sienten satisfactoriamente queridas,
mientras se mantiene el deseo, mientras saborean el placer de estar
juntos y perdura la complicidad y el respeto.
Pero nuestro destino, no nos engañemos, como animales esencialmente sociales que
somos, es lograr la felicidad, y esta no se concibe sino la podemos compartir,
disfrutarla en compañía, porque necesitamos la mirada del otro, y reflejarnos en otros ojos.
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