AL FRESCO, ARREGLANDO EL PUEBLO, EL MUNDO Y… ¡LO QUE HAGA FALTA¡



En la noches de verano la gente de los pueblos (digo de pueblo porque crecí en uno y es lo que conozco) sacaban sus sillas bajas de enea a las puertas de la casa, un botijo de agua fresquita y hacían un corro después de cenar para debatir amigablemente sobre todas las cosas humanas, que mira tú qué buena cosecha, y mejor que hubiese sido sino hubiera habido la granizada; las higueras vienen cargadas habrá mermelada para todo el invierno; la vaca se me puso mala; ahora otra boda tendré que ponerme a coser o se me echara el tiempo encima; niño no des la luz del portal que se me llena de moscas… y así entre cotilleos y tratos sobre cosechas o ganado en los que solo hacía falta como firma la palabra pasaban plácidamente las horas, bajo la noche estrellada, con la tenue luz de esas farolas.

Esos curiosos corros en los que se mezclaban varias generaciones, abuelos padres e hijos, varias familias vecinas, los mayores conversaban, los niños jugaban, sus gritos no parecían molestar  y poco a poco se iban sumando los adolescente que regresaban de su paseo, alguno tenía que soportar la dura mirada de su progenitor por no llegar a la hora acordada.

¿Qué fue de aquellos corros? ¡Ah! Los tiempos no son propicios para la comunicación humana. Esta la Televisión, que dicho sea de paso y no quiero ser mal hablada (como me decís) ¿Qué coño o que cojones veis en ella? (pero eso es otro tema) y no voy a citar las nuevas tecnologías porque eso también es otro tema, del que solo diré que estoy totalmente a favor. El tema ahora es que como humanos tenemos la necesidad de  interactuar en vivo y en directo, la felicidad no pasa por el individualismo feroz, ni por un beso virtual que me envías por whatsapp, que sí, que a mí también me gusta recibirlo, pero que no es eso, si es un lugar en el que te refugias, porque como refugio ya te ofrezco yo mis labios.


¿Dónde están las sillas de verano que nos invitaban a sentarnos al fresco? No son tiempos propicios para casas de puertas abiertas, esas que se abrían al amanecer y las cerraba el ultimo que se iba a dormir, pero ya no son tiempos… es el coste del progreso, y no estoy en contra de este, no cualquier tiempo pasado fue mejor pero echo de menos esas entrañables costumbres que se van perdiendo.





Comentarios

  1. Precioso, me ha encantado. No sabes como echo de menos esos ratos en las puertas de las casas. Lo que describes yo también lo he vivido. Y se echa de menos.
    Como refugio ya te ofrezco yo mis labios... Precioso.
    Un besillo.

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  2. La verdad es que si, yo cuando fui al pueblo pensé que esa costumbre todavia permanecia y que vv cada uno dentro de su casa , viendo tv. Que pena las tertulias que se hacia antaño. Un abrazo

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  3. Son los peajes que debemos pagar,... la globalización implica, curiosamente, aislamiento e individualismo. Feliz domingo!

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