OTOÑO
Llegas como siempre, sigilosamente, desplazando al verano
que paso volando eliminado de un soplo a todos los invitados, cerrando puertas
de chiringuitos, quioscos, mercadillos artesanales, anfiteatro, los baños
nocturnos en la playa, nos llamas al orden, a retornar a casa.
Nos quitas la sencillez devolviéndonos las canas que se
difuminaron con los rayos dorados y con ellas perdimos el control del tiempo,
las decisiones diarias que eran nimias van adquiriendo importancia, esa versión
de nosotros mismos en la que somos más libres, más jóvenes porque la brisa
marina nos hace respirar la ilusión de eternidad.
Nos devuelves a los quehaceres para el día siguiente,
amanece y el cerebro ya no esta en pausa preparado para que todo fluya como si
fuese producto de un deseo que pediste a una estrella fugaz que consigue
silenciar las preocupaciones del resto del año.
Nos traes nuevos colores, entre ellos el naranja del que
dicen que es el mas optimista, nos aporta entusiasmo, ahora que lo pienso se
esta convirtiendo en mi favorito desplazando al azul, aunque ese azul del que
viste el atlántico, el mas hermoso que he visto, salpicado del blanco espuma que
le dan las olas y gamas de dorados por el sol, me fascina tanto que no me canso
de pasear por la playa para admirarlo, intento capturarlo sin mucho éxito en
videos y fotos.
Empezaste con un viento de levante para ayudarnos a cambiar de rumbo, esparciendo piñas por el suelo que nos proporcionaran la chispa que encenderá las chimeneas de nuestro hogar para abrigar el ambiente de recogimiento e introspección con olor a leña humeante. Tiempo de encender el horno para asar calabazas, castañas y hacer bizcochos (ni una pastelería a menos de doce kilómetros), fines de semana de veladas vecinales en el hogar charlando, jugando e improvisando un cine en mi porche.
Mi despertador vuelve a la actividad, tras dos meses vuelve
a sonar a las siete, café en mano y envuelta en mi viejo chal saldré a ver de qué
color está el cielo e inspeccionar los grados que alcanzara el día para así
elegir la ropa adecuada.
Te diré una cosa otoño, no me caes tan mal como el invierno porque
en este lugar eres menos otoño, así como el invierno es menos invierno.
Alma mía: estos árboles desnudos,
sean para ti ejemplo:
renuncia, como ellos, a lo vano;
la estéril pompa del follaje muerto.
No finjas pensamientos que no pienses,
no sientas con fingidos sentimientos...
Antes que así, desnuda,
y a ti también te vestirá de nuevo!
(E. Ruiz de la Serna)
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