SIGO PINTANDO

 


A Berta se le torció la juventud, o se la torció ella y empezó a levantar sólidos muros, pero difíciles de mantener, un descuido que acabaría por llegar más temprano que tarde puede salir muy caro y lo que parecía bello se precipitaría por un despeñadero sin asidero cuando solo se poseen unas manos que tiemblan y la incapacidad para luchar ante las atentas miradas que percibía como destructoras de su vida.

El pasado ahí está detrás de ella, de mí, podemos mirarlo, analizarlo, pero no cambiarlo, no vi venir los momentos críticos que la acechaban para abrir una fisura en su salud mental, anticipando una debacle acompañada de angustia y aislamiento mientras que el mundo avanza como una neblina fantasmal que la envuelve para que pueda ver la vida pero no tocarla. Un puente entre el edén y Berta (al filo del abismo) que parecía infranqueable, derrotada y hundida demasiado pronto.

Pudo haber luchado de otro modo, ser más valiente, sepulto la capacidad de reaccionar y oponerse, desenterró los miedos infantiles y afloraron los síntomas de la inmadurez dejándose arrastrar por la corriente mientras imploraba al corro de ángeles que guardan las cuatro esquinas de su cama que todo cambiase.

No supimos aprovechar los momentos de calma en las horas tempranas del primer café de la mañana, cuando la vida se ve placentera en el jardín a través de la ventana, pensando lento pero profundo, ni aquellos silencios en el ocaso del sol escuchando la danza de las mareas.

Y llego el día que empezó a recorrer la nada, un paso, dos pasos en dirección a ninguna parte, cinco pasos, diez pasos, arrastrando los pies que dejaban surcos en la arena, cincuenta pasos que empiezan a dejar huella, cien pasos, mil pasos, las olas le acarician los pies dándole la bienvenida, el levante le derrite el glaciar que lleva adentro y el poniente le da un beso que como a Blancanieves la devuelve a la vida, el corro de angelitos abandonaron las esquinitas de la cama para sujetarla por la espalda dándole empujoncitos que la apartaran de las dudas.

Mientras tanto, aquí sigo pintando, relatando… respirando.



“…hay familias a las que el amor se les hace furia y negación en cuanto perciben que el suelo que pisan no es firme. Amores mal asentados que ante una herida en uno de sus miembros aplican un torniquete en lugar de limpiarla, presionarla hasta que deje de sangrar y cubrirla con gentileza…” (A.Portero)


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