PERDIENDO EL TIEMPO

 

(Trocitos de otros noviembres)



Hace día de pasear y conversar, conversar y pasear… a veces en bicicleta, a veces caminando con Greta, deleitándonos con el azul del océano, descubriéndote mi mundo, dejando que el estrés se lo lleve las olas, recogiendo las sonrisas y el optimismo que nos ofrece la naturaleza, la mejor terapeuta que conozco, ella intenta impregnarnos de armonía y afectos, lo intenta aunque no siempre lo consiga, necios miramos para otro lado.

Día de hacer un descanso con una cerveza y te cuento, comemos algo ligero y me cuentas, un café sin azúcar pero con besos y nos deseamos lo mejor para la tarde… me aleje pensando con esa tristeza que para nada me caracteriza (mi lema es: mejor con una sonrisa) en la barbarie de estos días, paseando mis pensamientos por lo ignorante y violento de la humanidad, esa que debería converger hacia la paz y en lugar de eso transita con hambre por el poder en todos sus campos, contaminándolo todo, arrasando libertades, y lo más terrible ¡sacrificando vidas!

Día de leer, dulce veneno para el conocimiento y pan para el espíritu, porque un libro ofrece emociones concentradas y enfrentadas, reír o llorar, maravillarnos o decepcionarnos del entorno, nos sacia y nos da sed de conocimiento, de sueños, de inquietudes, paliativo para este enfermo presente.

Dia de renacer, de decidir una vez más sobre mis pisadas, aspirar el aire a bocanadas, para no querer ser, solo concentrarme en alcanzar lo que soy, descubrir (te) mi verdad, esa que está dentro de nosotros, sin más frontera que la propia piel. Atrás quedaron los gatos de las tías, las vacas sin ordeñar, las calurosas noches de verano y el barro de los charcos de invierno, las risas y los lloros, los juegos en el corral y las películas en blanco y negro, canciones a tiempo que regocijan, canciones a destiempo que destrozan, princesas bobas y sapos embaucadores, la soledad y el miedo en los fogones, la dicha de enamorarse, el sin sabor de desenamorarse, los silencios de la felicidad y los otros, los del daño.

Dia de alejar la monotonía implacable, porque tenemos una vida y una obligación de vivirla, no se trata solo de respirar, de buscar la seguridad que en muchas ocasiones la empobrece sino de alimentarla con la curiosidad y la capacidad de sorpresa, renunciando a caminos recorridos sin olvidar que me trajeron a este lugar que ocupo.

Día de perdonar todas las culpas pasadas y alejar resentimientos, hacer una pausa tan necesaria cuando algo te quema por dentro para dar paso a una verdad que como un fogonazo se expande por el cerebro aniquilando todo lo que parecía organizado, queme las cuerdas que me ataban a una vida que en otro momento me hizo feliz, pero llego la hora justa de soltarlas decir adiós. Las culpas se pagan una vez muerto, craso error, las culpas se pagan aquí, en esta vida, y en ocasiones pagamos injustamente demasiadas, las nuestras y las ajenas, tantas... ¡que salen a devolver!

Dia de seguir avanzando, con todas las huellas del tiempo en el cuerpo y en el alma, consciente que no podre borrarlas pero si cauterizarlas hasta casi quedar intacta, dejar que a pesar del frio el verano se instale en mi corazón.


Dia de dejar de pasear los pensamientos por esa parte cruel del mundo, y pasearlos por esta orilla en la que al fin encontré esa tan deseada y ansiada calidad de vida, esa en la que se valora más un “gran corazón” que una abultada cuenta bancaria, que es mejor una buena dosis de ternura, unas cuantas carcajadas….

“Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

 

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.” (Ángeles Caso)

Pensareis… ¡que perdida de día, que pérdida de tiempo!, y yo os pregunto: ¿Con tanto “no perder el tiempo”, no estaremos perdiendo la vida?

 


No seáis..."Ese tipo de persona que se pasa su vida haciendo cosas que detesta, para conseguir dinero que no necesita y conseguir cosas que no quiere para impresionar a gente que no le importa"
(Gauvreay, E.H.)

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