AQUÍ ESTOY YO CON MI BARQUITO
Me
acostumbre a vivir haciendo aquello que
se esperaba de mí, o quizás debería decir lo que se suponía que se esperaba que
hiciera, vivir esperando, vivir añorando, engañándome, porque nadie me dijo
“camina por aquí” o “ve por allá”. Yo solo jugué y resultó que fue en mi
contra, no venia escrito que viviese la vida que no quería vivir, y así deje
pasar unos años, unos cuantos mas, y seguí sumando, asumiendo como normalidad
la completa anormalidad.
No es que no
tuviese suerte, seguramente por ser alto y guapo, las mujeres con las que me
cruce desde los trece años (creo recordar) me convencieron de eso, de que era
alto, guapo, ocurrente, gracioso, hasta poco mas de los veinte, y ahora que los veinte años quedaron atrás, que a los
treinta tenía una hija, los cuarenta dejaron la excitación y lo divertido en un
recodo del camino, y en otro recodo me encontré con los cincuenta, ahora que es
mas fácil saltarme que rodearme, ahora que solo es un recuerdo aquella gloria
adolescente. En este momento de mi vida me veo como un hombre que no supo tomar
las decisiones adecuadas en su momento, y ahora me pasa factura tanta cobardía,
una vida llena ni tan siquiera de medias verdades, sino de mentiras completas.
Adquiriendo
compromisos, ya sé que los podía haber roto, no sería ni el primero ni el
ultimo, y no estoy en tiempos de mi abuelo, me podría haber separado o ni tan
siquiera haberme casado, pero paso así, sin más, de repente. Empecé a esperar que el destino me abriera las
puertas que yo le cerraba, esperando que alguien decidiera por mí, que me diera
un ultimátum.
Y así sin
más me quede sin su risa al amanecer, sin la arena de la playa en sus chanclas,
sin sus migas de pan que se colarían por las ranuras del sofá…guardando
silencio sobre estos cimientos de mi vida que esconden sueños tan grandes, que
no me importaba, lo cual no es sinónimo de que no fuese importante.
En cada
aniversario en lugar de regalos, la vida me obsequiaba con nuevas
responsabilidades, a veces con penas, a veces con alegrías, a veces con miedos,
capeando el temporal, sin darme cuenta, sin querer ver que capear el temporal
es meterte en lo más profundo de la tempestad, plantarle cara y decirle. “Eh,
hija de la gran puta, aquí estoy yo con mi barquito”
He pasado
por todos los estados de ánimo, la eche de menos como nunca pensé que echaría
de menos a alguien. El olvido como la muerte, no se lo lleva todo, solo se
lleva la parte mala, los malos momentos, los malos gestos, las malas palabras,
y te deja lo mejor ¡que putada! Te deja lo que más duele.
Nunca es
fácil regresar, pero es necesario volver cuando uno siente que ha llegado el
momento de enfrentarse con el pasado, porque al final no defraudarnos a
nosotros mismos es nuestro mayor acto de responsabilidad.
He pasado un rato de lectura muy agradable, buen escrito para a llamar a la reflexión, bueno todo, Cohen incluido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Jonh. Un abrazo.
EliminarAfortunadamente, como muy bien dices, enseguida nos olvidamos de las cosas malas... creo que sin esa "estrategia evolutiva" (si se puede denominar así) no habríamos llegado hasta aquí.
ResponderEliminarUnas reflexiones que nos lo hacemos todos algunas vez. Es bueno mirar al pasado y ver lo que se ha hecho mal para poder corregirlo, no siempre se consigue. Pero es más importante mirar al futuro con esperanza e intentando que los errores del pasado no se vuelva a cometer. Ser buena persona y cumplir con las obligaciones del destino. Un abrazo Ana
ResponderEliminarQue mas da ya el pasado, solo es un recuerdo. Los caminos emprendidos pasaron todos juntos a los que fueron abandonados, y dónde esta el error?, en el que fue o_en el que pudo ser?. Ahora miramos y reflexionamos sobre nuestros años pasados, pero con solo una variable en cualquier circunstancia, no seriamos lo que somos o tendríamos a otros a nuestro lado y no por ello se trata de errores sino de elecciones. Un saludo.
ResponderEliminarBueno, muchas gracias por acordarse de que somos tantos los que nos parecemos, y el lamento nos llama a la reflexion y la reflexion nos enseña que debemos seguir adelante.
ResponderEliminarhola Jorge. Primero gracias por pasearte por mis palabras.
EliminarCuando publiqué este relato recibí bastantes mail de los que se sentían protagonistas, pero ¿sabes? de la tormenta se sale, fortalecido, con heridas que nos enseñan que hicimos lo correcto; sangrar. Otras nos alertan de lo que no hay que volver hacer.
Nunca es tarde...
Un abrazo enorme