LOS CINCO (SIN) SENTIDOS DEL AMOR.
Así se comportan los cinco,
revoltosos, trastornadores, porque el amor le da la vuelta a todo lo que vemos,
oímos, tocamos, olemos, probamos… ¡y sentimos!
Empezare con la VISTA ya que tanto se habla del amor a primera vista o a primera
risa, será porque la sonrisa es lo que captamos en primer plano por la retina,
capturando todas las imágenes al revés ¡sí, al revés! en la trastienda del ojo
que las envía al cerebro, este el muy pillo (para que luego digamos que corazón
y cerebro no son cómplices) ya tiene desactivada un área, justo la relacionada
con el miedo, de ahí lo de “ciego es el amor”…cuando llega, porque ¡ay! que
lucido es cuando se marcha.
Ese cruce de miradas en cualquier
parque de cualquier boulevard, mientras le lanzas una y otra vez la pelota a tu
fiel amigo, o cuando en cualquier mesa de cualquier café, levantas la vista del
periódico y ahí está, sonriendo(me)
Tras esa primera risa, esa primera
vista, esa ceguera… empecemos a mirarnos sin filtros, sobre todo habrá que
eliminar el de la idealización, es el momento de que el cerebro no necesite
tener ninguna zona desactivada, que el enamoramiento de paso al amor para mirar…
mirar dentro de ti y que me muera de ganas, y que mires dentro de mí y te
mueras de ganas.
Que las miradas lo digan todo, y para
escuchar todo lo que hay que decir se agudiza el
OIDO por
el que atraviesan los susurros, silencios y palabras, abriéndose paso para
llegar y conquistar el corazón, plantándole un poema a modo de bandera, y así
apropiarse de los afectos, ahuyentando a la tristeza y noqueando la decepción.
Ahora
suena una balada, un bolero, una de autor, un blues… “Quand il me prend dans ses bras/ il me parle tout bas /Je vois la vie en
rose…” que parece que están escritas para nosotros.
Y entre canción y canción se cuela esa melodía que tarareas al oído con
compases de pequeños mordiscos, la respiración se agita, el corazón se detiene
un momento, y de pronto empieza a latir con más fuerza para dejar entrar en
escena al
TACTO para
reconocernos con besos que sanan las heridas y empiezan a meter mano… a la
felicidad, con unas manos convertidas en hábiles exploradoras en busca de
nuevas zonas para hilvanar caricias y derrotar a la cordura.
Esas mismas manos una rodeando la
cintura para improvisar un baile cualquier noche de cualquier día en los que le
plantamos cara a la rutina, la otra ofreciendo una copa de vino del que primero percibo el aroma empezando a
despertar el
OLFATO, para
aspirar ese olor que se hará inolvidable, no el de un perfume o el de la ropa recién
lavada, no, el propio olor corporal que despierta feromonas adormiladas pero
alertas en algún lugar del cuerpo, ese olor que lo impregna todo, que te lo
llevas puesto como cuando pasas por uno de aquellos hornos de leña de mi
infancia y el olor a pan a masas te lo llevabas consigo de por vida.
Oler como se aproxima el otoño sin remedio, y habrá que abrigar la cama con
nuestros sueños.
Sueños, pan, café, vino…todos nos llevan al GUSTO (olfato y gusto casi siempre van de la mano) para bebernos los
amaneceres llenos de sonrisas, miradas, susurros, silencios, palabras, melodías,
besos, caricias… y vuelta a empezar.
"De amor no preguntes nunca a los cuerdos, los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca” (Jacinto Benavente)
Cuando nos enamoramos todos los sentidos se revuelven. Un abrazo
ResponderEliminar¡Que bonito es el amor! Un abrazo.
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