SIN PREVIO AVISO


Las vio partir rumbo a la playa y volvió  a entrar en la pastelería, saco del pequeño almacén las mesas, solo cuatro con sus cuatro sillas a la terraza también pequeña, le hubiera gustado ir con ellas, cosa imposible en esta recién estrenada época estival, le gustaba su trabajo que empezó casi sin darse cuenta cuando se quedó sola con Andrea, tan pequeña, primero se sumió en la tristeza, la vida le quedaba grande y lejos, solo quería dormir, no tener que levantarse nunca, su cuerpo ahora tan ajeno, le pesaba, el aire que respiraba parecía que quería asfixiarla.

Todos esos años juntos y ahora esa sensación de que no les dio tiempo a nada, se arrepentía ¡y de qué manera! de lo que parecían discusiones tontas, detalles inocentes, como cuando deseaba terminar pronto la comida para levantarse de la mesa… tengo cosas que hacer, pero ¿Qué cosas? Ahora lo pensaba, nada que no pudiera posponer, entonces no lo sabía que la vida lo mismo que viene se va, de que no le dio tiempo de conocer ni la mitad de sus cosas, aquellas que le quería contar, ya no podría contarle sus miedos ni sus sueños.

Él se fue así sin previo aviso y a ella no parecía quedarle otra que hacer lo mismo, intentar escapar de su cuerpo, un cuerpo que de nada le servía con un corazón en mil pedazos,  el dolor seria ahora su compañero, no lo podría olvidar, ni necesitaba mirar sus fotografías para recordar sus ojos, esas fotografías de eterna juventud que reflejaban su soledad,  sus oídos no querían escuchar, que tenía que ser fuerte, que había que seguir…¿Cómo se aprende a ser viuda con una niña pequeña en una edad en la que debería de estar feliz en pareja, en familia, o quizás soltera bailando por la vida? Porque su amor no era un amor con fecha de caducidad, era amor de futuro, tantas cosas planeadas y no les dio tiempo, ese que querían compartir de por vida, pero la vida se va cuando menos te lo esperas.


Una vez colocada la terraza, con flores frescas en las mesas, entro a terminar las cajetillas, ese típico dulce de almendra de tradición Andalusí, ya tenía preparada la base de harina de trigo sin refinar con huevos frescos, la pasta de almendra para su relleno, esa pasta que se convierte en algo mágico en la boca, una explosión de sabores que traslada a otra época y cultura…y su mente siguió recordando…


Aquel día en el que su pequeña le entro un café que ella misma le había preparado, un poco aguado, bastante aguado,  al incorporarse para besarla se topó con esos enormes ojos verdes que contradecían a la sonrisa de su boca, la abrazo encarcelando las lágrimas, a las que les dio un pequeño permiso carcelario nada más quedarse sola, lloró como no lo había hecho desde que él se fue, desde que se paró el mundo y él aprovecho  para  bajarse de la vida, la vida lo mismo que viene va, cuando las lágrimas hicieron su función tranquilizadora se metió en la ducha y el agua le arrebato la desidia, con paso firme se dirigió al armario y saco todos los tristes vestidos de luto, que a él tanto le desagradarían, se vistió como siempre, como antes de, se maquillo ligeramente y los nuevos colores le pintaron un plan de vida, ser feliz por los dos, él no era tristeza, era locura y atrevimiento, él no le perdonaría que desperdiciara su vida, ni ella misma se perdonaría que su pequeña, su princesa, no tuviera una vida educada en la alegría.

En una de las mesas se sentó una pareja, y los recuerdos siguieron instalándose, acomodándose sin traer con ellos el dolor, y anoto: dos cafés, un bol de frutas con muesli y yogurt, tostadas con revuelto de huevos y atún, buena elección y les sonrió.
Y así entre clientes y masas, sonrisas y nostalgias a partes iguales transcurrió otro día, lacando recuerdos, embelleciéndolos, inventando fantasías, tropezándose con la realidad...

Entro Andrea corriendo, hablando atropelladamente, con las manos manchadas de pintura, regalándole un dibujo, había pintado el mar, ese mar hecho para amantes  por el que ella paseo tantas tardes…le sonrió diciéndole: no dejes nunca de pintar, que era su forma de decirle, no dejes nunca de sonreír, de vivir.


“Ahora yo no sé si vas a poder leer esta carta, pero igual siento como una necesidad 
de decirte que yo contigo he sido más feliz de lo que los libros dicen que se puede. Perdóname si tantas veces me anduve quejando por bobadas. Un día me dijiste que yo tenía cara de mujer a la que siempre se vuelve y yo te espero ahora o cuando sea y donde sea y como sea. Quiero que sepas.”

Eduardo Galeano
(
La carta que no llegó )

Comentarios

  1. Qué dura es la soledad obligada,... Hermoso relato.

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    1. Si es dura, y mas cuando alguien que queremos se baja de la vida y nos deja y nos deja con todo el amor por hacer, y entonces te das cuenta no debiste andarte con "bobadas"
      Un abrazo enorme.

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  2. Hola Ana, lo prometido es deuda, intenso, íntimo relato, la soledad compartida con uno mismo no es tanta soledad..
    Gracias, bonitas palabras, esa posdata de Galeano....tremenda..
    Aquí me quedo, buen día, besos de sol..

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  3. Precioso y triste relato. Una bajada de la vida en la estación equivocada.
    Un besillo.

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  4. Hay que ajustarse a las partidas y aunque la congoja llegue con la ausencia, lo mejor es no dejar que se instale en el alma vacía, la cual hay que llenar con otros ingredientes de la vida. Bonito relato acerca de una realidad que se repite a diario para muchas mujeres.

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    1. Ausencias que duelen, pero el mejor homenaje que les podemos hacer a los ausentes es ser felices, asi lo desearian. Un abrazo.

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  5. Una ausencia que nunca debió de ser tan pronto, esa soledad en el recuerdo. Solo lo saben quien lo padece. Un abrazo

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    1. Y como no sabemos cuando sucederá tendremos que dejar de quejarnos por bobadas. Besos.

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  6. Me he quedado con palabras pensadas pero sin poderlas pronunciar y sin ni siquiera escribirlas.
    Una carta preciosa

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    1. Quedarse sin palabras la mayoría de las veces es por la emoción, si es así, me alegro Un abrazo.

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  7. En verdad un relato muy profundo, de la,vida misma, pero con un gran motivo como un pequeño ser, a quien darle la vida el dolor es mas llevadero.
    Saludos Ana y nuevamente es muy bello y tocador.

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