ENSAYO Y ERROR
Allá por los
años 50 el matrimonio era sinónimo de hijos o hijos igual a matrimonio y ella
con sus recién estrenados veinte, no fue consciente de la juventud que
rezumaba, ahí estaba la vida sencilla a la que aspiraba, un futuro con lavadora
y tardes entre costuras, estaba enamorada y eso no bastó para que la dicha
domestica le mostrara que los enfados y frustraciones tenían su hueco en la
alacena junto con el pan recién horneado.
Su descaro,
su frescura, sus rasgos adolescentes se iban desvaneciendo y la ira que
intentaba contener los iba sustituyendo.
Lloró hasta
quedarse dormida por tener un bebe sonrosado al que cantar nanas mientras que
lo acurrucaba en su regazo y ahora lloraba hasta quedarse dormida por la
fatiga, la confusión y en los momentos más crueles por el arrepentimiento.
Siempre pensó que no tener hijos sería una mala jugada del destino y ahora la
mala jugada seria no estar a la altura como madre.
Adoptó su
condición de ama de casa rodeada de tarros de salsa de tomate y confituras
variadas, de higos, de melocotones, y otros de agridulces sentimientos.
Incompleta o
rota nunca dejaba de sonreír al servir por las mañanas el tazón de café,
pintado con alegres mariposas que parecían retarla a volar, y que el día no la
sorprendiera con más ataduras. Las tostadas
a veces tenían el sabor de la deslealtad por no sentirse feliz.
Si tenía una
existencia sencilla ¿Por qué era tan complicada? Quizás la causa era esa, la
sencillez.
Ahora son
tiempos nuevos, las cosas funcionaban de otra manera, las mujeres trabajaban
fuera de casa y volvían al trabajo a las pocas semanas del parto, eso le
parecía demasiado estresante, debería de
haber un punto intermedio.
Caminando
por un sendero de pensamientos le asalto la sensación de que el tiempo se le
echaba encima de una forma apabullante, no era demasiado mayor y a veces se
consideraba una anciana, atrás quedaron los años en que todo estaba
perfectamente planeado, pero por aquel entonces
no supo vislumbrar cuales serían sus necesidades futuras, hizo lo que era más seguro, pero ahora se daba
cuenta de que lo más seguro no es lo mejor. Lo seguro le dejo los brazos
cansados de abrazar tanto silencio.
No podía seguir
en esa tormenta de renunciación a ella misma, quería mirarse en el espejo y
reconocerse, y no es que su físico no le agradase, lo jodido era encontrarse
fea por dentro, ese vacío, ese grito de que no podía dar más, a sabiendas de
que podía dar más de lo que había dado.
No había
lugar para las lamentaciones, sabía que como decía la canción tenía mucho que
agradecer a la vida que le había dado tanto, simplemente nació demasiado pronto.
Se estaba
alejando, no aguantaba más las impertinencias cotidianas, no sabía exactamente
donde iba, si en busca de la aventura o una vez más al aburrimiento, pero un solo paso en una dirección, en
cualquier dirección, un solo paso bastaba para
que la vida volviese a encarrilarse.
Nunca es
tarde, llego la hora de salir ahí fuera, de cometer algunos errores, llego la
hora de aprender.
Es que las mujeres siempre cogían muchas más responsabilidades que los hombre.Ellos se dedicaban a trabajar y ellas al hogar. hoy en día se reparten más todo. Aunque algunos hombres todaviía e hacen los remolones a cuanto a tareas del hogar.
ResponderEliminarNunca es tarde,... para vivir. Estupenda entrada!
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