ES LO MISMO PERO NO DA LO MISMO





Unos pequeños trucos, unas frases inteligentes, otras ingeniosas, unas risas, una conversación que con el tiempo nos parecerá absurda, y vuelta al principio. ¿Por qué? ¿Por qué  perdura la chispa y basta un leve soplo para avivarla? ¿Por qué los cimientos son buenos?

Lo cierto es que la verdad se va perdiendo, la vamos maquillando como hacemos con los recuerdos, nos los cuentan, les ponemos un poquito de emoción, los aderezamos con un poco de dulzura y rectificamos el punto de dolor y algunos quedan más ficticios que reales.

Quise escupir la verdad pero tras cerrar la puerta se quedaron al otro lado las palabras no dichas mezclándose con momentos de dicha, porque hay amores, amistades que terminan sin una conversación. ¿Se puede pasar página sin ni siquiera haberla leído?

Menos mal que estábamos a las puertas del verano, porque cuando la vida se pone difícil en verano es más fácil sobrellevarla, escuchando el mar, mirando como las olas se deshacen en espuma al llegar a la orilla, coger la arena y deslizarla lentamente entre los dedos como en un reloj de aquellos y que en estos momentos desearías que funcionase hacia atrás, restando segundos, luego minutos, horas…hasta llegar a ese punto en el que enamorarnos era fácil, tanto como creer que al ver una estrella fugaz el deseo está destinado a cumplirse, creímos descubrir el paraíso donde solo existía el triunfo, la caída no era para nosotros. Andar descalza por la playa, mirando la huella que queda como si fuera la que dejaras por tu paso en esta vida, no miras atrás, no quieres ver que  es efímera, como nosotros.




Vi tu diferencia –todos tenemos una- que te hace especial, y tras la primera cena te fuiste transformando en mortal, preludiando el error e inevitable fracaso, y aun así como dice la canción, me equivocaría otra vez.

De pocas palabras a pocas miradas, de pocas miradas a mucho eludirnos, de mucho eludirnos a la nada avanzando como en La Historia Interminable, hasta envolvernos, devorando la IN, terminable, fin.

Mirábamos los olivos y por las noches tumbados en el jardín el cielo cuajado de estrellas, yo seguí mirando los olivos, a veces el cielo, tú ya solo mirabas al cielo y así como cambiaron de rumbo nuestras miradas, cambiaron de rumbo nuestras vidas, él NOS dejó huérfano al OTROS.

No quisimos lo mismo, yo una vida de verdad o una granja en África, tú un mundo en el que brillar en el que las prisas pasarían del fue a lo que será sin detenerse en el es.

Anoche mire el cielo, cada estrella que brillaba lo hacía por un momento para recordar, y sí, estaba cuajado de ellas y en mi mente faltaba espacio para tantos días por recordar, ya ves, me equivocaría otra vez.





Sigue el verano, cálido, mágico, acogedor y agotador, todos son parecidos pero con sueños distintos.

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